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La evolución del sexo en el cine

La relación entre el cine y el sexo siempre ha estado rodeado por polémicas más o menos absurdas, ya que es cierto que hay cineastas que lo utilizan como un simple reclamo para llamar la atención del público, pero también es innegable que en Hollywood han demostrado una enorme mojigatería cuando una película con cierta ambición comercial ha enseñado más de la cuenta. El inminente estreno de ‘Cincuenta sombras de Grey’ (‘Fifty Shades of Grey’), primera entrega de una trilogía ya confirmada, ha vuelto a convertirlo en tema de actualidad.

Sin embargo, la evolución del sexo en el cine ha sido constante pese a la multitud de obstáculos que ha ido encontrando con el camino y creí que era el momento adecuado para dedicarle un extenso artículo . Con la esperanza de que el tema os interese lo suficiente, os dejo con la primera entrega que va desde el nacimiento del cine hasta los años 70 del siglo pasado.
Los primeros pasos

Infografía sexual, parte 1

Por algún sitio había que empezar y un simple beso en ‘The Kiss’ (William Heise, 1896) fue el inicio de lo que vendría después a lo largo de los más de 100 años de historia del séptimo arte -eso siempre y cuando no tengamos en cuenta las películas para adultos rodadas ajenas a la industria, a veces aprovechando la excusa de lo educativo, que acabaron siendo destruidas en su mayoría-. Los avances fueron bastante tímidos durante el cine mudo, ya que la moralidad de la época provocaba que estallara la polémica a la mínima, valga por ejemplo el hecho de que la carrera como director del gran Erich Von Stroheim quedó herida de muerte por haber rodado escenas de ‘La reina Kelly’ (‘Queen Kelly’, 1929) en un auténtico burdel.

En su momento ya os hablamos en profundidad del código Hays, un sistema de autocensura que limitó la libertad de Hollywood a la hora de mostrar muchas cosas, entre ellas el sexo en el cine. Antes de que entrase en vigor a pleno funcionamiento, Mae West se aprovechó de su debilidad para convertirse en todo un referente sexual durante la primera mitad de los años 30 gracias a títulos como ‘Lady Lou. Nacida para pecar’ (‘She Done Him Wrong’, Lowell Sherman, 1933) o ‘No soy ningún ángel’ (‘I’m no Angel’, Wesley Ruggles, 1933).

Las restricciones propias del código Hays provocaron que su carrera entrase en declive, llegando a ser considerada como veneno para la taquilla, algo curioso si tenemos en cuenta que se considera que ‘Lady Lou. Nacida para pecar’ había salvado a Paramount de la bancarrota en su momento. Los menos interesados en el cine de la época seguro que al menos conocerán el diálogo “¿Llevas una pistola en el bolsillo o es que te alegras de verme?”, pronunciada por West en ‘No soy ningún ángel’. Aquí tenéis una selección en inglés de sus mejores frases.
Los límites del código Hays

Infografía sexual, parte dos

Los años 40 no fueron nada fáciles para aquellos cineastas que quisieran mostrar la sexualidad humana en cualquiera de sus formas, por lo que no hubo otro remedio que agudizar el ingenio para esquivar todo lo posible las férreas limitaciones impuestas por el código Hays. Llama por tanto la atención el salto a Hollywood de Hedy Lamarr, protagonista de la polémica ‘Éxtasis’ (‘Ekstase’, Gustav Machatý, 1933), la primera cinta convencional en abordar directamente el sexo que fue confiscada en su momento por las autoridades de Estados Unidos, aunque logró exhibirse en varios cines independientes sin la necesidad de contar con el sello de aprobación de Hays.

Volviendo al cine americano, títulos como ‘Cleopatra’ (Cecil B. Demille, 1934) potenciaron de forma notable su contenido erótico, pero poco tardaría en llegar una represión mucho más férrea que hizo que títulos hoy poco conocidos como ‘Sex Madness’ (Dwain Esper, 1938) tuviesen infinidad de problemas, en este caso concreto por aspectos como mostrar relaciones promiscuas o dar a entender una relación lesbica, todo un tabú por aquel entonces.

Sin embargo, posiblemente el caso más destacable de esa época fue el de ‘Tarzán y su compañera’ (‘Tarzan and his Mate’, Cedric Gibbons y Jack Conway, 1934), película felizmente restaurada -son muchos los títulos que no han tenido esa suerte- para que hoy en día podamos valorar hasta qué punto hemos avanzado en esta materia, ya que el “provocativo” vestuario del personaje de Maureen O’Sullivan es algo superado hace décadas y la en su momento escandalosa escena en el río hoy resulta de lo más inocente.

Una de las reglas del código Hays es que los besos mostrados en pantalla no podían durar más de tres segundos, pero hecha la ley, hecha la trampa. Alfred Hitchcock, que ya tuvo algunos problemas años antes con ‘Rebeca’ (‘Rebecca’, 1940), fue el que mejor esquivó esa ridícula norma con el mítico beso a trocitos entre Cary Grant e Ingrid Bergman mostrado en ‘Encadenados’ (‘Notorious’, 1946)

No todos tuvieron el mismo éxito que el genial realizador inglés, como sucedió en el caso de Howard Hughes, quien tuvo una dura lucha contra la censura por culpa principalmente del generoso escote que lucía Jane Russell en ‘El forajido’ (‘The Outlaw’, 1943). Por suerte para todos, la historia tuvo final feliz, pero Hughes tuvo que esperar hasta 1946 para poder lanzarla a lo grande, ya que en 1943 únicamente pudo verse en un cine de San Francisco. Eso sí, ‘El forajido’ consiguió tal éxito durante su exhibición sin el sello de aprobación de la oficina de Hays que fue relanzada en cines apenas un año después.

Infografía sexual, parte tres

Conocida es por muchos cinéfilos la leyenda de que Rita Hayworth se quitó algo más que sus guantes en la más célebre escena de ‘Gilda’ (1946), pero bastante logró Charles Vidor con ello, ya que en esa época las restricciones eran mayores que nunca, tal y como prueban hecho como que en ‘Más allá del bosque’ (‘Beyond the Forest’, King Vidor, 1949) se viesen obligados a incluir un aviso inicial para poder abordar como querían al personaje interpretado por Bette Davis. Vamos, era el mal y el espectador tenía que ser consciente de ello. De locos.

El código empezó a dar ciertas muestras de debilidad a finales de los años 40, lo cual llegó a una notable revisión del mismo en 1951 con el objetivo de fortalecer sus bases. Justo ese mismo año se estrenaba ‘Un tranvía llamado deseo’ (‘A Streetcar Named Desire’, Elia Kazan), cinta en la que hubo que hacer 12 cortes que sumaban cuatro minutos de metraje para aligerar sus momentos más provocativos con el objetivo de recibir la aprobación necesaria. 42 años tuvimos que esperar para que la versión original se estrenase de forma normalizada.
Aires de cambio

La retirada de Joseph Breen en 1954 puede verse hasta cierto punto como el comienzo del fin para el código Hays, ya que era uno de sus más férreos defensores y llegó en un mal momento, pues apenas un año antes de lanzaba el primer número de la revista Playboy con Marilyn Monroe en portada. Hasta aquel entonces resultaba prácticamente inimaginable que una estrella de Hollywood hiciera algo así. También fue la época en la que Bettie Page, una célebre modelo pin-up, participó en tres largometrajes de marcado contenido erótico, aunque a la hora de la verdad poco o nada se enseñaba.

Algo más anecdótico resulta que también en 1953 se estrenara ‘Glen o Glenda’ (‘Glen or Glenda’), la cinta de Ed Wood que abordaba de forma directa el travestismo para aprovecharse de la popularidad que tuvo poco antes el caso de Christine Jorgensen, el primer ejemplo conocido en Estados Unidos de una persona que se cambió de sexo -de varón a mujer-. Su caso sería abordado por el cine casi dos décadas después en ‘The Christine Jorgensen Story’ (Irving Rapper, 1970).

También conviene reseñar el caso de ‘Garden of Eden’ (Max Nosseck, 1954), una cinta que argumentando que se trataba de un documental naturista logró superar la barrera moral tras ser prohibida por indecente poco después de su estreno. Tuvieron que pasar tres años hasta que la justicia de Nueva York dio la razón a sus responsables, lo cual inició una ola de producciones similares dada la rentabilidad comercial que todos veían en productos de este calado.

Infografía sexual, cacho cuatro

La aparición de la televisión y el interés creciente hacia producciones extranjeras que abordaban temas que parecían imposibles de ver en un título de Hollywood fueron los principales culpables de que el código Hays cada vez se viera más como un obstáculo en lugar de una guía a la hora de elaborar sus películas. Eso sí, el matrimonio interracial de ‘Una isla al sol’ (‘Island in the Sun’, Robert Rossen, 1957) o el adulterio de ‘Los amantes’ (‘Les Amants’ Louis Malle, 1958) aún desataron infinidad de quejas, llegando a retrasarse durante varios años el estreno de la segunda por ese motivo.

Las producciones de Hollywood cada vez intentaban forzar más los límites fijados con cintas como ‘Anatomía de un asesinato’ (‘Anatomy of a Murder’, Otto Preminger, 1959), ‘Con faldas y a lo loco’ (‘Some Like it Hot’, Billy Wilder, 1959), ‘Espartaco’ (‘Spartacus’, Stanley Kubrick, 1960) o ‘Esplendor en la hierba’ (‘Splendor in the Grass’, Elia Kazan, 1961), consiguiendo pequeñas victorias que iban dejando clara la necesidad de un cambio.

No obstante, hay que volver a mirar a los márgenes de Hollywood y al cine extranjero para encontrar los grandes logros de esos años, aunque sus responsables no siempre se beneficiarán de su audacia. Conocido es el caso de que ‘El fotógrafo del pánico’ (‘Peeping Tom’, 1960) prácticamente destrozó la carrera como director del prestigioso Michael Powell, ya que su brillante retrato del voyeurismo estaba demasiado adelantado a su época, lo cual provocó que su calidad no se valorase como se merecía hasta varias décadas después.

Ya comenté un poco más atrás que el triunfo judicial de ‘Garden of Eden’ abrió la veda para la realización de múltiples cintas similares, pero probablemente el caso más célebre sea el de Russ Meyer, quien se atrevió incluso a promocionar ‘El inmoral Sr. Teas’ (‘The Immoral Mr. Teas’, 1959) prescindiendo de la excusa naturista. ¿El resultado? Fue la primera producción softcore que superó el millón de dólares de recaudación -todo un logro cuando apenas había costado 25.000 dólares- y Meyer tomó buena nota de ello para el resto de su carrera tras las cámaras.

‘Flaming Creatures’ (Jack Smith, 1963), una cinta de corte experimental que no se cortaba a la hora de mostrar la homosexualidad de diversas formas, lo cual provocó su incautación por parte de la policía al ser considerada una obra obscena. Llama la atención que también fuera ese el año del estreno de ‘Promesas, promesas’ (‘Promises! Promises!’, King Donovan, 1963), la primera cinta americana que mostraba desnuda a una actriz realmente conocida por el público, Jayne Mansfield.

El código Hays ya estaba herido de muerte a mediados de los 60, pero la Legión Católica de la Decencia aún tuvo tiempo para condenar públicamente a ‘Bésame, tonto’ (‘Kiss Me, Stupid’, Billy Wilder, 1964) por abordar las relaciones extramatrimoniales, pero la última gran batalla antes de la entrada en vigor del MPAA fue con ‘Soy curiosa’ (‘Jag är nyfiken’, Vilgot Sjöman, 1967), una escandalosa producción sueca que fue prohibida por obscena antes de que pudiera estrenarse en cine alguno de los Estados Unidos.

Tras varias apelaciones, ‘Soy curiosa’ pudo llegar a los cines y se convirtió en un gran éxito al recaudar más de 5 millones de dólares en poco más de seis meses y se alzó como la película de lengua extranjera más taquillera en Estados Unidos, título que mantuvo durante más de dos décadas. El hecho de ser la primera película no destinada a los cines pornográficos en mostrar abiertamente relaciones sexuales fue, sin duda, la gran clave de su éxito.

Infografía sexual, cacho cinco

La MPAA fue creada en 1922 con el objetivo de velar por los intereses de los estudios de Hollywood y a ellos debemos en parte la introducción del código Hays, aunque no fueron muy estrictos con su aplicación, lo cual llevó a una pérdida de poder por su parte cuando las reglas del mismo se endurecieron a partir de 1934. Ya en 1956 jugaron un papel esencial de la notable revisión del codigo Hays que se hizo entonces, pero fue tras el fichaje de Jack Valentii en 1966 como nuevo presidente cuando las cosas realmente empezaron a cambiar.

La MPAA introdujo un sistema de calificación por edades en 1968 por el cual las películas eran clasificadas para todas las edades (G), para adultos y menores de 16 años según el criterio de los padres (M), prohibidas para menores de 16 años que no estén acompañados por un adulto (R). Además, por petición de la asociación de propietarios de cines se introdujo también la calificación X, es decir, aquellos títulos que solamente podrían ver los mayores de 18 años.

El truco estaba en que los propios productores podían adjudicarse la calificación X sin la necesidad de la aprobación de la MPAA, de lo cual no tardarían en aprovecharse multitud de cintas pornográficas para poder aspirar así a una mejor distribución.
La liberación de los años 70

Eso sí, también producciones de Hollywood se contentaron con esa clasificación, ya por ejemplo ‘Cowboy de medianoche’ (‘Midnight Cowboy’, John Schlesinger, 1969) fue distribuida inicialmente bajo esa calificación. ¿El motivo? Pues porque los ejecutivos de la productora aceptaron el consejo sobre la posibilidad de que su contenido homosexual podría influir en los jóvenes y cambiaron la R concedida por la X. El Oscar de mejor película y los cambios en el sistema de calificaciones de 1970 (por ejemplo la R pasó a ser para menores 17) hizo que eso cambiara para su relanzamiento en 1971, donde ya recuperó su calificación inicial.

El atrevimiento de ‘El último tanto en París’ (‘Last Tanto in Paris’, Bernardo Bertolucci, 1972) la convirtió en todo un fenómeno mundial que el cine mainstream rara vez se ha atrevido a igualar, pero su éxito no estuvo exento de polémica, ya que por ejemplo en Italia llegó a ser confiscada por su contenido pornográfico y Bertolucci acusado de delitos de obscenidad. En 1976 se ordenó la destrucción de todas las copias y Bertolucci llegó a perder, entre otras cosas, su derecho a voto durante cinco años. Los italianos tuvieron que esperar hasta 1987 para poder volver a ver la película.

Por su parte, en Canadá provocó un debate nacional que se tradujo en una victoria pírrica -5 votos a favor y 4 en contra del Tribunal Supremo- del derecho a la censura en 1978 tras haber sido prohibida años antes por la junta censora del estado de Nueva Escocia. También fue prohibida en otros países como Chile o Portugal, mientras que en España fue uno de los títulos que más interés despertó en aquellos que viajaban a lugares como Perpignan para ver cintas que tardarían un tiempo en exhibirse en España. Y todo ello sobre todo por una controvertida escena en la que Marlon Brando usaba mantequilla a modo de lubricante.

También en 1972 se estrenaba ‘Garganta profunda’ (‘Deep Throat’, Gerard Damiano), una cinta que disparó la popularidad del porno al ser la primera producción relevante de estas características que incluía argumento y algo similar al desarrollo de personajes. Su enorme éxito trajo a primera línea esta tipo de cine durante un breve periodo de tiempo, ya que consiguió que otro tipo de público mostrase su interés hacia él. No fue sin dificultad, ya que fue prohibida en multitud de lugares.

Este coqueteo de Hollywood con el cine pornográfico llegó a traer consigo hechos hoy totalmente imposibles como que la película adulta ‘Forced Entry’ (Shaun Costello, 1973), donde un veterano de Vietnam se dedicaba a violar y matar a chicas al azar, contase con un remake “convencional” apenas dos años después al que todo el mundo podía acceder, aunque los menores de 17 años tenían que estar obligatoriamente acompañados por algún adulto.

Sin embargo, fue la cinta francesa ‘Emmanuelle’ (Just Jaeckin, 1974) la que mejor supo aprovecharse de esta popularidad del cine adulto con una aproximación algo más suave, alcanzando una popularidad sin precedentes en Francia -aún hoy es una de las películas más exitosas de dicho país-, una de las claves para que Columbia aceptase que fuese la primera producción X distribuida por ellos en Estados Unidos. Sylvia Kristel, su protagonista, se convirtió en una estrella y la película en el inicio de una lucrativa saga en la que el contenido sexual fue en aumento.

El sexo vende -y mucho-, por lo que es comprensible que haya sido un tema que el cine haya querido abordar en infinidad de ocasiones. Eso sí, si en la actualidad no faltan las polémicas, está claro que en el pasado las hubo por temas que hoy en día nos cuesta entender. Ese fue uno de los principales temas de la primera entrega de este artículo sobre la evolución del sexo en el cine que inicié el pasado lunes y que ahora llega a su fin.

En los años 70, Hollywood coqueteó sin rubor con el cine pornográfico, pero esa improbable historia de amor no duró demasiado y es en ese punto donde arrancamos hoy. ¿Os animáis a seguir leyendo para descubrir cómo hemos llegado a la situación actual, con ‘Cincuenta sombras de Grey’ (‘Fifty Shades of Grey’, 2015) como último y gran estreno que abarca en el sexo en el cine?
El porno pierde el favor del público

Infografía sexual, cacho seis

El sexo y los desnudos también fueron decisivos para el éxito de cintas como ‘Ilsa, la loba de las SS’ (‘Ilsa: She Wolf of the SS’, Don Edmonds, 1975) o la trilogía ‘The Happy Hooker’ (1975-1977-1980) de la Cannon, pero la popularidad de estas producciones ya no era la misma que hacía apenas un par de años y el sonado fracaso de ‘Calígula’ (Tinto Brass, 1979), cinta que costó casi 20 millones de dólares y que luego recaudó apenas 23, hizo que el porno abandonase el circuito de exhibición convencional y se convierta de nueva en un tema poco menos que tabú.

De tabúes sabían mucho en Japón cuando se estrenó ‘El imperio de los sentidos’ (‘Ai no korîda’, Nagisa Ôshima, 1976), donde fue exhibida modificando las escenas más polémicas, mientras que en Estados Unidos y Alemania fue prohibida temporalmente. Aún más duro fue el trato recibido por ‘Saló, o los 120 días de Sodoma’ (‘Salò o le 120 giornate di Sodoma’, Pier Paolo Pasolini, 1975), ya que gráfico tratamiento del sadismo o la violación por parte de esta adaptación de la novela del Marqués de Sade le valió ser prohibida durante años -o incluso décadas- en infinidad de países.

La última mitad de los 70 fue una etapa muy marcado por la presencia del sexo en el cine español, pero no fueron unos años con grandes novedades en el resto del mundo, aunque sí llama la atención la querencia mostrada por sexualizar relatos infantiles por títulos como ‘Alicía en el país de las maravillas’ (Eduardo Plá, 1976), ‘Allegro Non Troppo’ (Bruno Bozzetto, 1976), una especie de parodia de la esencial ‘Fantasía’ en la que destaca el contenido sexual de dos de sus historias, ‘Cinderella’ (Michael Pataki, 1977) o ‘Fairy Tales’ (Harry Hurwitz, 1978)
Los progresos de los años 80

Mucho más interesante es el comienzo de los años 80 gracias a títulos como ‘American Gigoló’ (Paul Schrader, 1980) por abordar con atrevimiento un tema algo olvidado por el cine mainstream hasta entonces, ‘Viernes 13′ (‘Friday the 13th’, Sean S. Cunnigham, 1980) y multitud de otros slashers por volver a poner de moda los desnudos, algo que heredarían poco después las comedias juveniles como ‘Porky’s’ (Bob Clark, 1982), pero no todo fue dar pasos hacia adelante, ya que en ‘Aquel excitante curso’ (‘Fast Times at Ridgemont High’, Amy Heckerling, 1982) hubo que eliminar un desnudo frontal masculino y la escena de un aborto para poder evitar ser calificada X.

De la primera mitad de los años 80 también conviene destacar ‘A la caza’ (‘Cruising’, William Friedkin, 1980), un thriller sobre un asesino de homosexuales protagonizado por Al Pacino que sufrió una infinidad de cortes, pues se calcula que se perdieron hasta 40 minutos del metraje más polémico para conseguir la calificación R, y ‘Tú me hiciste mujer’ (‘Beau-père’, Bertrand Blier, 1981) por contar la historia de amor entre una joven de 14 años y su padrastro, un hombre inestable mentalmente. Prohibida inicialmente en Estados Unidos, consiguió ser exhibida de forma limitada en 1982, mismo año en el que Patrick Dewaere, su protagonista masculino, se suicidó.

Ahora de nuevo de moda gracia a ‘Guardianes de la Galaxia’ (‘Guardians of the Galaxy’, James Gunn, 2014), Howard el pato fue el protagonista de una peculiar escena en su película de 1986 en la que se veían los pechos a un pato animatrónico, toda una novedad por aquel entonces que no fue muy bien recibida, ya que ‘Howard, un nuevo héroe’ (‘Howard the Duck’, William Huyck) fue una sonado fracaso comercial.

Mejor suerte tuvo ‘Betty Blue’ (’37.2 le matin’, Jean-Jacques Beineix, 1986), cinta que hoy en día sería poco menos que ignorada en muchos países pese a su notable contenido sexual, pero que por aquel entonces triunfó en Francia y Estados Unidos, aunque el montaje americano se vio aligerado en la friolera de 70 minutos, pero parece ser que más por una tema de duración -el montaje francés dura 191 minutos- que por polémicas sobre lo que se mostraba en pantalla.

Ya presente de forma más o menos habitual en el cine, la utilización del voyeurismo por parte ‘Terciopelo azul’ (‘Blue Velvet’, David Lynch, 1986) es el principal motivo para su inclusión aquí, pero la presencia del sadomasoquismo y de varios desnudos acusados por algunos como gratuitos tampoco hacen daño, aunque ese mismo año también se estrenaba ’9 semanas y media’ (‘9½ Weeks,’, Adrian Lyne), la producción mainstream más provocativa desde ‘El último tango en París’ que también contó con dos montajes, siendo el más atrevido el destinado para un publico europeo más favorable a contenidos más gráficos y provocativos.

El coito incestuoso de Lisa Bonet y Mickey Rourke en ‘El corazón del ángel’ (‘Angel Heart’, Alan Parker, 1987), la violación de ‘Acusados’ (‘The Accused’, Jonathan Kaplan, 1988) o la conflictiva relación extramatrimonial de Michael Douglas con Glenn Close en ‘Atracción fatal’ (‘Fatal Attraction’, Adrian Lyne, 1987) se simultanearon con logros más marginales como el hecho de que alguien se enamorase de un maniquí en ‘Maniquí’ (‘Mannequin’, Michael Gottlieb, 1987) o el enfermizo relato necrófilo de ‘Nekromantik’ (Jörg Buttgereit, 1987).

Infografía sexual, cacho siete
Los convulsos años 90

Las dificultades que tuvieron títulos como ‘Henry, retrato de un asesino’ (‘Henry: Portrait of a Serial Killer’, John McNaughton, 1986) y ‘El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante’ (‘The Cook, the Thief, His Wife & Her Lover’, Peter Greenaway, 1989) para conseguir una distribución normalizada se tradujo en infinidad de críticas hacia la MPAA por su estrechez de miras ante producciones de contenido adulto. Eso llevó a la creación de la calificación por edades NC-17, que prohibía la entrada a los menores de 17 -en 1996 la edad subiría hasta los 18-.

La gran beneficiada de ese cambio fue ‘Henry & June’ (Philip Kaufman, 1990), aún hoy la segunda cinta con esa calificación más taquillera en Estados Unidos. Está claro que es mucho más conocido el hecho de que ese mismo año ‘Pretty Woman’ (Garry Marshall) abordase una historia de amor siendo ella una prostituta, pero los progresos que eso supuso para el tema que ahora nos ocupa palidecen en comparación con lo logrado por la cinta de Philip Kaufman.

La cosa cambia si seguimos avanzando, ya que el atrevimiento de cintas como ‘Teniente corrupto’ (‘Bad Lieutenant’, Abel Ferrara, 1992) o ‘Herida’ (‘Fatale’, Louis Malle, 1992) palidece en comparación al breve auge de relatos con un fuerte componente sexual que hubo tras el merecido éxito de ‘Instinto básico’ -hasta Bruce Willis enseñó su miembro viril en ‘El color de la noche’ (‘Color of Night’, Richard Rush, 1994), algo poco menos que imposible a día de hoy en una producción con clara vocación comercial-.

Por desgracia, el público pronto fue perdiendo el interés y el fracaso de ‘Showgirls’ (Paul Verhoeven 1995), que curiosamente ostenta el honor de ser la película NC-17 más taquillera de todos los tiempos en Estados Unidos, finiquitó esa tendencia. El sexo volvía a estar reservado para títulos más pequeñitos, con cintas como ‘Kids’ (Larry Clark, 1995) haciendo de ello poco menos que la única razón de su existencia.

Sin embargo, eso no calmó por el interés por el tema de múltiples cineastas y David Cronenberg dio buenas pruebas de ello con ‘Crash’ (1996), una cinta que abordaba de lleno el mundo del fetichismo y la perversión sexual, pero de una forma fría y distante. ¿El resultado? Algunas críticas tan furibundas como no se recordaban desde los tiempos de ‘El fotógrafo del pánico’ (‘Peeping Tom’). Ese mismo año se estrenó también ‘Kissed’ (Lynne Stopkewich, 1996), cinta que trataba el tema de la necrofilia de una forma mucho más moderada que ‘Nekromantik’ y de la que se tuvieron que cortar un par de minutos para evitar la temida calificación NC-17.

El cine convencional demostró también un ávido interés por el mundo de la pornografía con títulos como ‘El escándalo de Larry Flynt’ (‘The People vs. Larry Flynt’, Milos Forman, 1996), un biopic del creador de la revista Hustler, o ‘Boogie Nights’ (Paul Thomas Anderson, 1997), una crónica del mundo de ese tipo de cine a finales de los 70 y principios de los 80.

Además, las comedias empezaron a mostrar un mayor interés por temas bastante polémicos hasta hacía bien poco con cintas como ‘Full Monty’ (Peter Cattaneo, 1997), donde un grupo de parados se aliaba de forma improbable para ejercer como strippers, o ‘In & Out’ (Frank Oz, 1997), donde el descubrimiento de la homosexualidad por parte de su protagonista era el gran motor narrativo de la función. Sin embargo, pronto quedó todo confinado a comedias de corte más juvenil como ‘American Pie’ (Paul Weitz, 1999).

Ya en 1999 coincidieron tres cintas como ‘Pola X’ (Léos Carax), ‘Romance’ (Catherine Breillat) y ‘Eyes Wide Shut’ (Stanley Kubrick) que ampliaron horizontes a su manera. La última, la más conocida por el público con mucha diferencia, por su certero acercamiento al mundo de las orgías, la primera por la utilización de sexo real en pantalla -aunque se usaron dobles de cuerpo para determinadas escenas-, algo que también utilizó la segunda, cuyo grafismo -está considerada la primera producción mainstream en mostrar un pene erecto- hizo que sus productores prefirieran estrenarla en Estados Unidos sin calificación alguna por parte de la MPAA.
El nuevo siglo y las luchas entre la polémica y la normalidad

Infografía sexual, cacho 8

La década pasada estuvo marcada por ir alternando pequeñas polémicas puntuales como el realismo de la escena de violación de ‘Irreversible’ (Gaspar Noé, 2003) o la contundencia de ‘Fóllame’ (‘Baise-Moi’, Virginie Despentes y Coralie Trinh Thi, 2000) con los intentos por ver hasta qué punto se podía ir más allá en lo que se podía contar en una película pensada para el gran público, ya fuese un biopic del Marqués de Sade como ‘Quills’ (Philip Kaufman, 2000) o la nueva historia de la transición de una adolescente a la madurez como sucedía en ‘Thirteen’ (Catherine Hardwicke, 2003).

No faltaron tampoco aventuras más minoritarias como el masoquismo del personaje interpretado por Isabelle Huppert en ‘La Pianista’ (‘La pianiste’, Michael Haneke, 2001) o la relación sadomasoquista entre los dos personajes de ‘Secretary’ (Steven Shainberg, 2003), la cual recuerda poderosamente a lo que veremos en breve, aunque en una versión seguro que mucho más ligera, en ‘Cincuenta sombras de Grey’ (‘Fifty Shades of Grey’, Sam Taylor-Johnson, 2015).

Podría decirse que ‘Brokeback Mountain’ (Ang Lee, 2005) fue la película que terminó de afianzar la homosexualidad como un tema aceptable en una cinta destinada al gran público -’Philadelphia’ (Jonathan Demme, 1993) fue la que empezó a abrir el camino la década anterior-, aunque, como era de esperar, se abordaba con bastante candidez. Mucho más explícita a la hora de mostrar el elemento sexual del relato fue ‘Shortbus’ (John Cameron Mitchell, 2006), pero justo es reconocer que su impacto real no fue más allá de lo anecdótico, sucediendo lo mismo con ‘The Brown Bunny’ (Vincent Gallo, 2003) y la escena en la que Chloe Sevigny hace una felación sin truco alguno a Vincent Gallo.

Y es que el cine de corte independiente hace tiempo que había asimilado ya que podía mostrar en pantalla prácticamente lo que quisiera en relación al sexo, aunque siga habiendo polémicas puntuales como lo sucedido en el caso de ‘A Serbian Film’ (‘Srpski film’, Srdjan Spasojevic, 2010). Por el contrario, en Hollywood se han ido perdiendo libertades con el paso del tiempo y ya hasta un simple cartel puede ser objeto de polémica por mostrar más de la cuenta, siendo algunos canales televisivos de cable el único refugio de libertad para ello, aunque luego no faltan las quejas al respecto.

Si ‘Brokeback Mountain’ terminó de normalizar la homosexualidad en el cine, ‘La vida de Adele’ (‘La vie d’Adèle’, Abdellatif Kechiche, 2013) ha sido la cinta que ha demostrado que puede incidirse en ella sin renunciar a enseñar todo lo que haga falta para retratar lo que supone un encuentro sexual entre dos lesbianas, algo muy comentado en el momento de su estreno. También lo fue ‘Nymphomaniac’ (2013), que volvió a saltar a primera plana con su aún más explícito montaje del director.

Ha sido un camino largo y con multitud de obstáculos, pero dejando de lado la doble moral de Hollywood -violencia casi toda la que quieras, pero sexo y desnudos mejor que no haya-, han sido muchos los avances en esta materia, pero seguro que no dejarán de sorprendernos en el futuro, que por ejemplo ya se ha prohibido el estreno de ‘Cincuenta sombras de Grey’ en Malasia, y seguro que sólo es el primero de muchos países que opta por esa “solución” contra el sexo en el cine.

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