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El ‘brujo’ polaco Geralt cautiva al mundo del videojuego

El nuevo embajador de Polonia es el brujo “Geralt”, un asesino a sueldo con cicatrices en la cara, cuyas pociones para destruir dragones y monstruos han cautivado al mundo del videojuego, visto el éxito de la saga lanzada por un estudio de Varsovia.

Número uno en ventas en la mayoría de los 109 países donde se distribuyó, la tercera entrega de la saga del “Brujo” (“The Witcher 3, Wild Hunt”) vendió cuatro millones de ejemplares en dos semanas, tras su lanzamiento a mediados de mayo.

Las dos primeras ediciones de la saga, lanzadas en 2007 y 2011, cosecharon ocho millones de unidades vendidas.

“Es uno de los mejores juegos jamás creados”, subraya el sitio web especializado GameSpot.

“Su mundo, el más grande de la historia de los videojuegos, lo pueblan personajes llenos de vida con pertinentes diálogos. El grafismo es asombroso”, estima Pawel Miechowski, de 32 años, uno de los mejores desarrolladores de videojuegos en Polonia.

Un éxito que incluso el presidente estadounidense, Barack Obama, alabó. “El Brujo ejemplifica a la perfección el lugar que ocupa Polonia en la economía mundial”, declaró durante una visita a Varsovia en junio de 2014, tras recibir como regalo la segunda entrega de la saga.

“Con nuestra sensibilidad de Europa del Este, aportamos una nueva calidad, un espíritu fresco, creatividad”, justifica así el éxito de los videojuegos polacos Marcin Iwinski, uno de los fundadores del estudio varsoviano CD Project Red, responsable del desarrollo del Brujo.

Según Daniel Sadowski, cofundador de Nitreal Games Studio y profesor en la Escuela polaco-japonesa de Tecnologías Informáticas, la industria polaca de los videojuegos es una de las más fuertes, sino la más fuerte de Europa.

“Existen unos 500 estudios independientes de videojuegos en Polonia, mientras que en Alemania quizás hay una decena. Cada año, un centenar de videojuegos polacos se lanzan en el mercado mundial”, afirma.

- ‘¡El cielo es el límite!’ -

En 11 Bit Studios, una empresa instalada en el interior de un edificio de oficinas de los años 1970 en un antiguo barrio industrial de Varsovia, el ambiente es el de una empresa emergente (“start-up”), con trabajadores en su mayoría barbudos y menores de 30 años.

Unos cuarenta desarrolladores, todos hombres vestidos con camisetas descoloridas y vaqueros, están programando, diseñando y probando. En las paredes, los croquis de los próximos proyectos, calendarios con el lanzamiento de los juegos y caricaturas humorísticas.

Su última producción, “This war of mine”, es el primer videojuego de rol que muestra la guerra desde el punto de vista de unos civiles intentado sobrevivir en una ciudad asediada y no desde el de soldados de élite.

El videojuego, lanzado a finales de 2014, ha sido número uno en ventas en la plataforma digital mundial de distribución de juegos Steam y ha recibido decenas de premios.

“En Rusia, nuestro juego abrió los ojos a mucha gente”, cree saber Pawel Miechowski. “A causa de la propaganda, (los rusos) no se dan cuenta que en estas zonas de guerra hay civiles que deben sobrevivir en condiciones extremas. Nuestro juego es para ellos como una catarsis”.

En mayo, el juego polaco “Dying light”, producido por el estudio Techland con sede en Wroclaw (suroeste), ocupaba el puesto cinco de 10 en el ranking de Steam.

“El éxito se debe, entre otros, a nuestro carácter nacional. Para nosotros, no hay cosas imposibles”, explica Miechowski, para quien esta cualidad es “muy importante” en los videojuegos.

“Aprendimos paso a paso a hacer videojuegos, a llegar a los jugadores con un mensaje universal”, añade Marcin Iwinski. “Con el Brujo 3, creamos uno de los mejores videojuegos del mundo y mañana apuntamos a la cima. ¡El cielo es el límite!”.

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