La vida de un gigoló empieza a desmoronarse cuando se involucra en los asuntos familiares de una clienta y rompe la regla de oro de su profesión: no enamorarse
Clásica historia de una plataforma como Netflix, solo ellos serían capaces de financiar algo tan horrendo como Diario de un gigoló
Sabemos de sobra el tipo de contenido que potencia este servicio, series y películas banales, superficiales y sobre todo machistas
Dirigida por Sebastián Ortega conecta mucho con Toy Boy , serie española que se enfocaba en la prostitución y donde generalmente solo habían escenas de gente sin ropa recitando malos diálogos
La trama central de Diario de un gigoló es de manual, el diseño de los personajes al igual que la narración es predecible a niveles decepcionantes
No funciona como thriller criminal , tampoco en lo erótico
Para el casting quizás se podría encontrar actores con algo de capacidad interpretativa, sin embargo Jesús Castro es la elección perfecta , es más importante su físico que su capacidad para convencer
Diario de un gigoló es un producto chapucero, que atenta contra mi intelecto